domingo, 25 de mayo de 2025

"Destino final: Lazos de sangre" de Zach Lipovsky

La muerte siempre gana...
A veces pienso en ese hombre que vivía en un barril: Diógenes. Un hombre que decidió que todo el ruido del mundo (la ambición, la riqueza, la falsa decencia) no valía más que la basura que desechamos o las promesas que rompemos... Además literalmente. Cuando le preguntaron cómo era posible vivir sin comodidades, se rió a carcajadas. Cuando otra persona hizo acto de elegancia y clase ante él con anillos de oro, las risas aumentaron. Y cuando el hombre más poderoso del mundo le preguntó si podía hacer algo por él, le pidió que se apartara del sol (un crack de las exposiciones controladas a la luz solar). 
No predicaba desde un templo y tampoco escribía tratados. Él solo vivía como quería, con los pies descalzos y sin pelos en la lengua. Lo llamaron perro y él lo aceptó encantado, pues el perro no se disfraza de nada. No buscaba seguidores ni fama. Solo sentido común y un lugar donde poder admirar cómo todo se desmorona con la mayor dignidad posible: cuando todo te la sopla. A veces (y solo a veces) pienso que tenía razón. Y entonces me tumbo un rato al sol, sin esperar nada de nadie, como si eso bastara. Y sí: si alguien le hubiese hablado del efecto mariposa, se la habría soplado. Destino final trata de muy buena manera el efecto mariposa, pero como eso a Diógenes se la sopla, pues a mí también.

martes, 6 de mayo de 2025

"Thunderbolts*" de Jake Schreier

Hay algo... que está mal en mí. Un vacío. Pensaba que apareció cuando murió mi hermana, pero ahora lo siento como algo más grande. Solo un... agujero. O tal vez solo estoy aburrida.

No quiero ilusionar a nadie, pero el MCU lleva una temporada sorprendiéndonos al salir de su bucle vicioso de productos mediocres y dándonos obras con el distintivo y nostálgico regusto de una época dorada que nunca volverá (haz lo mismo con Star Wars por favor, Disney). Antes los héroes tenían poderes que les permitían luchar contra los villanos, pero ahora tienen el poder de luchar contra el pasado... Irónico, ¿verdad?, me paso la vida queriendo ser un superhéroe y al parecer ahora sólo hace falta ir al gimnasio, unas cuantas clases de Krav Maga y poner en práctica el estoicismo. Pero a Thunderbolts le pasa algo, ¿no? Es... Diferente... Y no lo digo porque sea un escuadrón suicida con el sello de Marvel, sino porque ahora el escuadrón tiene sentimientos y traumas. Es un grupo de héroes, sí. Pero estos héroes arrastran la necesidad existencialista de reinventarse cada día, pues se desprenden de los lastres del pasado y buscan una nueva forma en base a las decisiones que se les plantan sobre el camino.

La "libertad radical" de Sartre es un punto central en la película, ya que nos muestra cómo los personajes tienen la capacidad de elegir y reconfigurar su identidad, sin estar atados a su pasado. Sartre nos dice que los seres humanos no estamos sujetos a un destino predeterminado. Nosotros somos libres de tomar decisiones y, por lo tanto, somos responsables de nuestras acciones. En Thunderbolts, los personajes como Yelena Belova o el Soldado del Invierno tienen la oportunidad de definir sus vidas de nuevo. A pesar de las decisiones erróneas que tomaron en el pasado, son sus elecciones en el presente las que importan y tienen poder. Esta libertad no es siempre un regalo fácil de manejar, pues lleva consigo un peso de responsabilidad y angustia. Sin embargo, es precisamente esta libertad lo que les permite reinventarse, cambiar su camino y, en el fondo, encontrar algo de redención, aunque no necesariamente de la forma tradicional que esperaríamos de un héroe.

Este sentido de libertad también nos lleva al concepto de "mala fe" propuesto por Sartre, que aparece en Thunderbolts a través de John Walker. La "mala fe" es una forma de autoengaño: cuando una persona se niega a aceptar la verdadera responsabilidad de sus actos, elige esconderse tras excusas como "seguir órdenes" o "hacer lo que le mandan". En lugar de enfrentar el libre albedrío y las consecuencias de sus actos, estos personajes se aferran a una falsa sensación de control y seguridad, lo que les impide realmente evolucionar. Esta actitud se refleja claramente en el comportamiento de John Walker, quien, en lugar de asumir la responsabilidad de sus propias acciones, elige excusarse bajo la bandera de la obediencia a la autoridad. Este autoengaño es una forma de evitar la angustia existencial que viene con la libertad, pero también es una trampa que impide la verdadera transformación.

Por último, Thunderbolts también aborda la idea del "absurdo" que Camus explora en su filosofía. Según Camus, la vida no tiene un sentido determinado, y, sin embargo, estamos condenados a buscarlo. En la película, los personajes no buscan una redención heroica o un propósito mayor; simplemente siguen adelante, tomando decisiones y enfrentándose a sus propios dilemas, a pesar de las circunstancias. Esto va de la mano con la visión existencialista de que, aunque la vida no nos dé respuestas fáciles, debemos seguir adelante, buscando significado en el proceso mismo. La lucha diaria por decidir quiénes somos y cómo nos enfrentamos a nuestro destino es un acto de creación del sentido. En Thunderbolts, lo que realmente importa no es un gran propósito externo, sino cómo los personajes manejan la libertad que tienen para decidir su destino, a pesar del caos que los rodea.