Perderse por los pasillos del museo DA2 de Salamanca es un placer indescriptible, sobre todo cuando no hay muchos visitantes. Hay una esencia peculiar en el acto de vagar entre obras de arte, cada una completamente distinta de la anterior. Aparte de ser un ejercicio perfecto para agudizar el sentido de la observación, encuentro extrañamente satisfactorio encontrarme con una obra que roza los límites del surrealismo y la rareza. Como si fuera un detective, utilizo el 100% de mi capacidad cognitiva para intentar siquiera descifrar qué quiere decirme el autor. No vaya el lector a pensar que me refiero al arte abstracto, sino a las obras que, con toda la sangre fría del mundo, te presentan elementos conocidos (algunos de la vida cotidiana) en los momentos y lugares más aleatorios. Las obras de vídeo-arte son mis favoritas sin ninguna duda. Te sientas en una sala oscura caracterizada por un único asiento, en la cual se está proyectando una obra que estimula los sentidos del espectador.
Fue inevitable sentirme así viendo Pobres criaturas, pues durante el largometraje se explora un mundo onírico lleno de preguntas filosóficas tales como la moral de nuestros actos y la relación del individuo con la sociedad. Sin embargo, no hubo impedimento por mi parte para evitar sentir que el filme en su integridad estaba compuesto por una amalgama de teorías ad hoc que daban rienda suelta al director para utilizar los recursos más extraños y disparatados que se puedan encontrar. No me vaya a malinterpretar el lector, personalmente me considero un fan absoluto e indiscutible (a niveles que rozan la salud mental) de las películas que me hacen sentir como el eslabón más primitivo de la evolución humana, pues no merezco el título de homo sapiens (hombre sabio) si no tengo idea alguna de por qué El hombre de mimbre hace tantas referencias fálicas o por qué Delicatessen debería ser considerada una lección de jerarquía social. En el caso de Pobres criaturas sí que podría explicarle a otro ser humano la película haciendo uso de palabras sueltas o imprecisas. Pero lo más probable es que si no la vio, poca solidez encontraría en mi endeble exposición. Sin embargo, sentirse inútil o analfabeto a veces es necesario para ver las cosas desde otra perspectiva y, de esta manera, poner en práctica la habilidad de la observación y el pensamiento crítico. Así, pues, según la apotegma de los padres népticos, para nutrir nuestro conocimiento y abrirnos a nuevos horizontes, debemos buscar donde nadie ha buscado y explorar todo aquello que ignoramos.
Aunque Pobres criaturas ponga en duda nuestra validez como seres dotados de pensamiento y raciocinio, también consta de una amplia gama de herramientas que acercan al espectador al entendimiento de la obra. La teoría del color juega un papel muy importante a la hora de desarrollar la trama de una manera teatral y dinámica, ya que la separación absoluta de las partes de la película se apoya con gran influencia en los escenarios, personajes secundarios y, cómo no, la paleta de colores. No cabe duda que este es el título indicado para aquellos valientes con la mente abierta y espíritu aventurero.