La muerte siempre gana...
A veces pienso en ese hombre que vivía en un barril: Diógenes. Un hombre que decidió que todo el ruido del mundo (la ambición, la riqueza, la falsa decencia) no valía más que la basura que desechamos o las promesas que rompemos... Además literalmente. Cuando le preguntaron cómo era posible vivir sin comodidades, se rió a carcajadas. Cuando otra persona hizo acto de elegancia y clase ante él con anillos de oro, las risas aumentaron. Y cuando el hombre más poderoso del mundo le preguntó si podía hacer algo por él, le pidió que se apartara del sol (un crack de las exposiciones controladas a la luz solar).
No predicaba desde un templo y tampoco escribía tratados. Él solo vivía como quería, con los pies descalzos y sin pelos en la lengua. Lo llamaron perro y él lo aceptó encantado, pues el perro no se disfraza de nada. No buscaba seguidores ni fama. Solo sentido común y un lugar donde poder admirar cómo todo se desmorona con la mayor dignidad posible: cuando todo te la sopla. A veces (y solo a veces) pienso que tenía razón. Y entonces me tumbo un rato al sol, sin esperar nada de nadie, como si eso bastara. Y sí: si alguien le hubiese hablado del efecto mariposa, se la habría soplado. Destino final trata de muy buena manera el efecto mariposa, pero como eso a Diógenes se la sopla, pues a mí también.
Jajajajaja :). Muy bueno!!! Esa vena sarcástica, tan mala es la película?
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