lunes, 26 de diciembre de 2022

Hellraiser (Clive Barker)

 Cuando veo Breaking Bad y no se lavan las manos ni antes ni después de cocinar, me siento muy incómodo. Y pensar que luego la gente consume esas sustancias como si nada... Pues esa misma sensación de suciedad la tuve de manera prolongada en la película de Hellraiser. Puedo entender que era una película que en su época impresionaba. Me avisaron de que era una peli un poco asquerosa, y no hice caso a la advertencia, como de costumbre. (Cuándo aprenderé...) Y esa tarde de Julio, hice de tripas corazón... Y BAJÉ LA PERSIANA (lo siento, eran las 16:00 y lo único que veía en la tele era mi reflejo). Una vez acondicionada la sala, comenzó la proyección...

Y a pesar de haber requerido una pausa para beber agua y "descansar", no me disgustó tanto. Dough Bradley se disfraza de cactus, para ascender del infierno y castigar al que le deshizo el cubo de Rubik. Todo el ámbito infernal y oscuro, me gustó bastante. Esos elementos creaban un ambiente que disfruto en películas de terror. Pero la sangre me superaba. Cuenta la leyenda que más del 80% del presupuesto para el rodaje, se fue en kétchup. No soy muy experimentado en películas sangrientas, más allá de Squid Game y Terrifyer, no he tocado mucho este tema.


 Y a día de hoy, sigo sin entender qué me gustó tanto del largometraje. Hay quien podría tratarlo de "una combinación perfecta de pequeñas imperfecciones".  Y como muchas películas, deja escapar un detalle que podríamos llamar "error", el cual no mencionaré, porque prefiero que el lector mismo se aventure a ver este maravilloso título de 1987, y lo encuentre por su cuenta. 

Hoy mismo me sangró la nariz y el baño quedó peor que un escenario de Hellraiser

martes, 1 de noviembre de 2022

El efecto de Wes Anderson

El otro día vi una vez más uno de mis títulos favoritos de Wes Anderson. El fantástico sr. Fox narra las aventuras de un zorro que se la juega a 3 temibles granjeros exitosos en la ganadería y la agricultura. Desde pequeño me ha fascinado el estilo que creaba este director en sus películas. Hasta el punto de querer vivir en una de éstas o aplicar ese estilo en mi día a día. Y he encontrado esa sensación que me produce verlas. Escuchar la famosa Gymnopédie No.1 de Erik Satie mientras miras por la ventana en un atardecer de domingo, reflexionando sobre tu semana o pensando en cosas en las cuales no tienes ningún tipo de influencia, pero son importantes. También disfrutar de una plácida lectura tumbado en la hamaca, en el parque de Los Jesuitas de Salamanca, te transporta al universo de Wes Anderson. Pero, ¿por qué tenemos esa sensación?. En sus películas vemos a personajes viviendo aventuras dignas de ser contadas en forma de leyenda.

 Pero, sobre todo, en estos largometrajes prima la tranquilidad: la paleta de colores, los escenarios, la banda sonora, hasta el propio encuadre centralizado (que le da un toque característico a este director) nos produce una relajación gigantesca y un sentimiento que podríamos denominar como Peiskos (es una palabra nórdica que describe la sensación de hogar que nos inunda al sentarnos enfrente del fuego, ya sea la chimenea de casa o una hoguera en el campo). Wes Anderson nos enseña que al salir de nuestra zona de confort, ésta no desaparece, nosotros la expandimos. Nuestro hogar no es la casa donde vivimos, nuestro hogar son las personas y los lugares que nos hacen sentir seguros, que nos hacen sentir el Peiskos. En medio de la montaña, en la playa, en algún pueblo de una isla pequeña... Todos esos sitios acaban siendo el hogar de los personajes de: El Gran Hotel Budapest o Moonrise kingdom, junto a las personas que se conocieron durante la aventura.

martes, 30 de agosto de 2022

Todo en un día y la cuarta pared

 Mirar directamente a la cámara, interactuar con el espectador... Incluso estos momentos en los que afirmamos que Brad Pitt nos "ha puesto ojitos". Estos elementos son capaces de sacarnos de la atmósfera y hacernos recordar que estamos viendo una película. A este fenómeno también se le conoce como "romper la cuarta pared". La primera vez que lo vimos, fue en el aclamado western, Asalto y robo de un tren. También está presente en: Psicosis, Funny games, Superman, Los cuatrocientos golpes... (Entre otros).
Hay una infinidad de películas las cuales usan este recurso, sobre todo comedias, pero con mayor seguridad, la película especializada en romper la cuarta pared es: Todo en un día. De la mano de Matthew Broderick, encarnando al carismático Ferris Bueller, disfrutamos de una divertida aventura por las calles de Chicago, en la que Ferris se dirige directamente al espectador y hace las labores de narrador, ya sea para hacer alguna aclaración, o solo para hacer un comentario del tema. Esta película también nos muestra las vueltas que puede dar la vida, incluso en menos de 24 horas, y que si te paras a observarla, ¡podrías perdértela!. También este título cuenta con una banda sonora impecable, que a muchos les habrá hecho recordar la década de los 80 (como el tema principal de STAR WARS, que realmente, no sé qué tiene que ver en la película, pero es una curiosa y divertida referencia). En la trama tenemos al director del instituto, (también conocido como el padre de Beetlegeuse), el cual sufre Una serie de catastróficas desdichas, intentando pillar a Ferris con las manos en la masa. Pero solo acaba apalizado por la prota de Dirty Dancing... Pobrecito... También de esta peli aprendí que acelerando marcha atrás no le restas kilómetros a un Ferrari (contra todo pronóstico y desafiando la lógica y el sentido común). 
Otras de mis películas preferidas que rompen la cuarta pared son: El club de la lucha (de la que hablaremos otro día) y El lobo de Wall Street.

¿Cómo? ¿Aún estáis ahí? Se ha acabado. Marchaos



domingo, 22 de mayo de 2022

Whiplash y las escuelas de élite

 Probablemente una de las películas que más he disfrutado sea Inception (Origen). Es una película que da mucho que pensar. Y al igual que estar en un sueño dentro de otro sueño, voy a hacer una crítica de una crítica. Recientemente he tenido el placer de volver a ver una película que he disfrutado con su trama y con su estética, las cuales nunca he visto en otro largometraje. Whiplash es un conjunto de sucesos protagonizados por Miles Teller, y el hombre con el mayor entusiasmo por el jazz que jamás haya conocido este mundo, y que tiene el lenguaje más soez que he escuchado en mi vida. Una serie de episodios en el que un profesor de conservatorio y su talentoso alumno comparten experiencias que podrían tratarse de "acoso verbal". Mencionando a grandes artistas como Ray Charles y Charlie Parker. Andrew (nuestro protagonista) demuestra un innato talento para la batería y un afán extremo para triunfar en el sector musical al igual que sus ídolos. En esta película se presentan dos personalidades principales: un carácter agresivo y frío, y por otra parte, tenemos un carácter completamente contrario al anteriormente mencionado. Podría decirse que Andrew aprende del mundo del jazz "por las malas". Esta película representa a las escuelas de élite, y no sólo a las de música. 

En todas estas instituciones, los alumnos, independientemente de su edad, son sometidos a una presión que los lleva al límite, tanto de exigencia como de dificultad. Parece ser que el objetivo de estas escuelas es exprimir al alumno y a su talento sin dejar ni una gota. Al igual que después de la tormenta viene la calma, gracias a estos centros, los alumnos tienen mayor posibilidad de triunfar en su campo. Dejando las baterías y a Ray Charles de lado, esta película me ha encantado sobre todo a nivel gráfico. En raras ocasiones la paleta de colores se sale de la gama usada. Esos colores grisáceos y de poca luz le dan un toque tranquilo a la ciudad de Nueva York. Si a la puesta en escena le sumamos una banda sonora impecable, obtenemos una mezcla perfecta que sin duda la disfrutarán tanto los fans del cine como del jazz y la música en general.


domingo, 8 de mayo de 2022

Yojimbo y los jóvenes

Tras un descanso (tal vez demasiado largo) he decidido volver y continuar lo que dejé un 20 de marzo de 2019. Qué menos que volver con un clásico del cine japonés, como lo es Yojimbo. Pero no será igual que como entonces, mi etapa como destripador ha llegado a su fin y he decidido resurgir de mis cenizas como lo que quería ser, siguiendo los pasos de mi figura paterna: un crítico. No empezaré hablando de la película, he de empezar por algo con lo que guarda relación, pero no tanta... Los videojuegos. Una tarde de diciembre de 2021, te dispones a insertar en tu consola un juego que te había llamado la atención tiempo atrás. Ghost of Tsushima es una historia de samuráis propia del mismísimo Kurosawa, que de seguro, ha hipnotizado a tantos jóvenes, como también me hipnotizó a mí. Recorriendo la isla de Tsushima y salvando a Japón de la invasión mongola, me fue revelada una obra maestra cinematográfica que no era muy reciente, pero sí muy interesante y divertida. Yojimbo guarda una extraña relación con el aclamado western Por un puñado de dólares. Incluso me atrevería a decir que es una copia. Pero esa es otra película. En estas casi dos horas de película vemos cómo un samurái
puede generar la discordia entre dos bandos y aún así, salir victorioso. Toshiro Mifune se viste con ropas de la época y emprende un viaje con el que sin duda muchos hemos quedado fascinados. Tal vez sea la puesta en escena, tal vez los escenarios de la trama, pero esta película tiene un toque especial, el cual la ha convertido en un título imprescindible para cualquier fan del Séptimo Arte. Esto nos lleva a un dilema: ¿si hay tantos jóvenes que han disfrutado Ghost of Tsushima por qué no están interesados en ver Yojimbo? Si salimos a la calle y preguntamos a la juventud por su película favorita, la mayoría mencionará películas recientes como alguna de MARVEL o de DC. 
Sólo una minoría dirá otros títulos como Desayuno con diamantes, Psicosis, o como es en mi caso, The Warriors. Y esto se debe, a que el cine clásico, está perdiendo visibilidad entre las nuevas generaciones. Ya nadie quiere ver a Harpo Marx montar un escándalo sin decir ni una palabra. Tampoco quieren ver a Charlie Chaplin destacar entre la multitud con su característico andar o con su peculiar personalidad. Ahora están interesados en las peleas, en los superhéroes o en las más recientes películas de animación. No digo que el cine de ahora sea "malo", ni mucho menos. Pero si plantamos a un chaval de 16-17 años a ver Viaje a la Luna de George Meliès, o se dormirá porque es en blanco y negro y le parecerá aburrida, o le abriremos un mundo nuevo sin pantallas verdes ni efectos por ordenador, en el que se enriquecerá con el legado cinematográfico, que años atrás fue, un tesoro en el que coincidían jóvenes y adultos en armonía.

 A Dios pongo por testigo... a Dios pongo por testigo de que el cine no desaparecerá, viviré por encima de todo esto y cuando haya terminado, nunca volveré a saber lo que es el hambre...