lunes, 3 de febrero de 2025

"Flow" de Gints Zilbalodis

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La antropología es una rama de la filosofía cuyo objeto de estudio principal es el ser humano y todo lo que rodea a este como concepto (su comportamiento en el entorno, cómo actúa frente al cambio y las circunstancias que presenta) Esto mencionado en último lugar, da un paso importante hacia las vertientes del pensamiento filosófico, y combinarlas da lugar a situaciones genuinas e impresionantes, vistas desde el ojo crítico y el pensamiento objetivo. Flow es una obra destacable que ha sabido presentar de una manera simplificada estas situaciones y cómo se comportarían los diferentes pensamientos filosóficos. Algo que me impresionó durante el largometraje no fue encontrarme con personajes zoomorfos encarnando estos pensamientos, sino que se trataban tantos conceptos a la vez, que voy a tener que pararme en cada uno.

En una película sin diálogos, toda la introducción recae en cómo se comportan los personajes principales para buscar darles un nombre. En su orden de aparición nos encontramos con un gato, el protagonista (sale en el cartel, si no quieres que haga un mínimo destripe de la historia para usarlo a mi favor, puerta). Como todos los gatos es un ser solitario, independiente, y en la película, mantiene los ojos centrados en su destino, la adaptación frente al cambio y la búsqueda de propósito en un mundo sin dirección definida, encarnando de manera simplificada los valores del pensamiento existencialista de Sartre. Por muy loco que parezca, un capibara solidario-humanista ha hecho bien aprendiendo de las enseñanzas de Dante Alighieri y actuar como un puente entre las relaciones de los personajes y ser el pegamento que mantiene la integridad del grupo ¿Es Marco Aurelio? No, es un perro que interpreta los valores del estoicismo en su forma más primitiva, absteniéndose de que el destino le afecte y buscando la forma de vivir con virtud. Por muy anarquista que sea, el lémur solo ha leído sobre el epicureísmo y ha aprendido que hay que exprimir los pequeños momentos junto a sus compañeros para sacarle el mejor partido a cada experiencia. El pájaro secretario, no es más que otro entusiasta, el cual se ha dejado llevar por las ideas nihilistas de Nietzsche para crear su propio criterio dionisíaco fundamentado en los valores propios, pese a que no encuentre un propósito claro en esta vida.

Esta paleta de personajes que el director nos presenta es la fórmula secreta (y no la de Bob Esponja) para darnos una amplia gama de puntos de vista frente a las mismas situaciones. El propio escenario donde transcurre la trama (la inundación bíblica), es símbolo del cambio y la impermanencia de las cosas, el cual busca poner a prueba a los personajes y su adaptación a los cambios que sufre constantemente el entorno. Como en cualquier otra historia, los personajes evolucionan conforme avanzan y no son los mismos cuando todo vuelve a la normalidad (ya se lo dijo Gandalf a Bilbo antes de emprender su aventura y salir de la comarca). Este trayecto es una alegoría del crecimiento personal, pues también vemos cómo ha cambiado la mentalidad y el propósito de cada uno de los personajes. La mise en scène de Flow también sugiere elementos importantes a la hora de considerar los sucesos de la película. La comunicación no verbal juega un papel importante y hace que toda la empatía que el espectador puede presentar, recaiga en la animación y las expresiones corporales para transmitir emociones y conflictos. En comparación a otras películas de animación, esta obra presenta un minimalismo visual muy poderoso y receptivo (propio del director), el cual potencia y refuerza la atmósfera filosófica de esta epopeya animal. 

Agradecimientos especiales a la vieja que se sentó detrás mío y sintió la inefable necesidad de indicarle a su nieta que lo que aparecía en la pantalla era un gato, no podrían haber esperado a que la película saliera en Netflix...